Ganas nunca faltaron, el veneno escondido en la fruta siempre existió; las ganas de morir de una forma diferente asustaban pero aceleraban los movimientos en mis uñas; no estaban listas para ser arrancadas ni mucho menos acariciadas; la velocidad de las uñas sobrepaso mi conciencia y mi cuerpo, todo quedo destruido, roto en pedazos, solo quedaron líquidos en el suelo, solo quedaban las ganas de envenenar lo que quedaba de cuerpo para nuevamente abrir los ojos y experimentar el dolor como nunca lo había hecho.
Este fue un ejercicio en el cual realice la imagen (pintura) primero y después realice el escrito. invertí el proceso limpie mi inconsciente con la imagen construyendo después el escrito .
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